Existe una profesión capaz de sellar el pasaporte de la memoria, de revivir recuerdos atados a maquinarias de ingeniería: la relojería artesanal. Un exponente de este oficio olvidado es el taller J. Guslab Relojeros, fundado en 1975 el centro de Sevilla y regentado hoy por Gustavo González, uno de los últimos profesionales en reparación y restauración de relojes.